Madrid, 15 de abril. El cultivo de legumbres ofrece múltiples beneficios medioambientales que contribuyen a la sostenibilidad del planeta, destacando su bajo impacto en la huella de carbono. A continuación, se detallan algunos de estos beneficios.
Fijación de nitrógeno y mejora del suelo
Las legumbres tienen la capacidad de fijar nitrógeno atmosférico en el suelo a través de una simbiosis con bacterias específicas, como Rhizobium y Bradyrhizobium. Este proceso natural reduce la necesidad de fertilizantes nitrogenados sintéticos, cuya producción y uso están asociados a emisiones de gases de efecto invernadero.
Además, al enriquecer el suelo con nitrógeno y otros nutrientes, las legumbres mejoran su fertilidad y estructura, promoviendo una agricultura más sostenible.
Eficiencia en el uso del agua
En comparación con otros cultivos, las legumbres requieren significativamente menos agua para su producción. Por ejemplo, se necesitan aproximadamente 1.250 litros de agua para producir 1 kilogramo de legumbres, mientras que para obtener la misma cantidad de carne se requieren alrededor de 13.000 litros. Esta eficiencia en el uso del agua es especialmente beneficiosa en regiones con recursos hídricos limitados o en situaciones de sequía.
Reducción de la huella de carbono
El cultivo de legumbres genera una huella de carbono considerablemente más baja en comparación con la producción de alimentos de origen animal. Esto se debe a su menor requerimiento de fertilizantes nitrogenados y agua, así como a su capacidad para mejorar la calidad del suelo.
Al incorporar legumbres en la dieta, se contribuye a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a la producción de alimentos.
Promoción de la biodiversidad agrícola
La inclusión de legumbres en las rotaciones de cultivos favorece la biodiversidad agrícola. Estos cultivos de ciclo corto ayudan a prevenir la erosión del suelo, reducen la necesidad de productos químicos para el control de plagas y enfermedades, y fomentan la presencia de insectos polinizadores y otras especies beneficiosas.
Estos factores contribuyen a la creación de ecosistemas agrícolas más equilibrados y resilientes.