Cultivar legumbres para salvar los suelos

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Con motivo del Día Internacional de la Madre Tierra, conviene destacar que las leguminosas fijan el nitrógeno de la atmósfera en el terreno, lo que contribuye a mejorar su biodiversidad y fertilidad

Madrid, 22 de abril. Las legumbres no solo son un pilar fundamental para nuestra seguridad alimentaria y nutrición, sino que también mejoran la calidad de los suelos y favorecen el medio ambiente.

Este 22 de abril se celebra el Día Internacional de la Madre Tierra, y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura quiere resaltar la importancia de cuidarla.

Las legumbres han demostrado ser unas grandes aliadas para el cuidado de la tierra, pues fijan el nitrógeno de la atmósfera en el suelo, lo que contribuye a mejorar la biodiversidad y fertilidad de este.

Aportan nutrientes esenciales a los suelos

Un suelo saludable favorece el cultivo de alimentos más nutritivos, y las legumbres también contribuyen a mejorar la salud del suelo al movilizar y suministrar nutrientes esenciales como el nitrógeno, fósforo y micronutrientes.

Las leguminosas son capaces de movilizar el fósforo y otros nutrientes esenciales en el suelo, permitiendo un mayor rendimiento de los cultivos y un crecimiento más saludable de las plantas.

Preservan la biodiversidad del suelo

El suelo saludable tiene una mayor biodiversidad, lo que le permite ser más resistente a las adversidades y mejorar su capacidad para suprimir enfermedades. Las legumbres juegan un papel crucial en este proceso al aumentar la cantidad y diversidad de microorganismos. Esto permite un mayor reciclaje de nutrientes y una mejor regulación de la materia orgánica, lo que resulta en una mejora significativa de la biodiversidad del suelo.

En lugar de abusar de los productos agroquímicos que pueden dañar el medio ambiente, las plagas y enfermedades se pueden controlar usando leguminosas en los sistemas de rotación.

Mejoran la estructura del suelo

La disposición física que adoptan las partículas de arena, limo y arcilla en el suelo es lo que se conoce como su estructura del suelo.

Su mejora con el cultivo de leguminosas incluye la ampliación de los poros y la cohesión de sus componentes, permitiendo una mejor aireación y retención de agua. Además, el sistema radicular más profundo y el crecimiento prolongado de las leguminosas contribuyen de manera eficaz a esta mejora en la estructura del suelo.

Ayudan a mitigar el cambio climático

Al movilizar nutrientes hacia el suelo, las legumbres permiten disminuir la necesidad de utilizar fertilizantes químicos y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, factores clave en el cambio climático. Además, favorecen el crecimiento de las raíces, lo que ayuda a retener carbono y contribuir así a mitigar los efectos del cambio climático.

Las legumbres cuentan con una amplia diversidad genética que permite la selección y cultivo de variedades resistentes al clima, que son de gran utilidad para los agricultores en áreas con escasez de agua, especialmente frente al estrés térmico causado por el calor.

Al combinar al menos una leguminosa con un cereal en los campos, se logra una mayor adaptación a las condiciones climáticas adversas, como las sequías. Este enfoque ha demostrado ser muy efectivo en Tanzania, donde se cultivan al mismo tiempo cereales (maíz, sorgo), legumbres (frijoles) y frutos secos (cacahuetes).

Es un hecho que las legumbres y los suelos forman un equipo imparable que cumple un papel crucial en la producción de alimentos saludables, en la preservación de la diversidad biológica, en la lucha contra el cambio climático y en el apoyo a los medios de vida.

Las legumbres enriquecen el suelo con nutrientes esenciales que luego se reflejan en los alimentos que consumimos, promoviendo una alimentación más saludable y beneficiosa para nuestro organismo.

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